"Intangible, según la RAE: que no puede o no debe tocarse."
Así. Tal cual. Con este sentimiento me he despertado esta mañana.
He estado pensando en cómo. Poniéndole nombre al dónde, buscando con quién...Y sigo en el mismo punto de partida, mirando a todos lados por si aparece ese halo de inspiración por alguna de las cuatro esquinas de mi habitación.
A lo que vamos, lo intangible es por definición inexplicable y por experiencia indomable. Y os lo explico.
Llegados a este punto he de decir que la vida se rige por mil formas abiertas, todas y cada una de ellas moldeables a tu antojo y que son los sentimientos, las emociones, los instantes y algún que otro recuerdo los que se encargan de mover el mundo en el sentido y la dirección que queramos darle.
Así, el amor. La confianza. La libertad. La esperanza. La alegría. Y la tristeza. La felicidad. La lealtad. Son solo algunas de esas pequeñas cosas intangibles por las que se rige la vida. Y no puedo explicarte que son. No existe definición alguna para expresarte qué es el amor, cómo se (des)hace, cuánto se sufre o cuándo se pasa. Ni puedo decirte dónde está la felicidad ni hasta cuándo caminará de nuestro lado. O qué debes hacer para superar la tristeza cuando te abruma una tarde lluviosa de domingo después de una noche de sábado un tanto anormal.
Y por más que la RAE se empeñe yo te digo que no. Que sus definiciones son otro de los mayores errores del ser humano por querer ponerle nombre y apellido a las cosas más sin sentido de nuestro mundo. Que ya se descubrió que la tierra era redonda y no pasó nada. Ni tampoco pasará si salimos a emborracharnos de todas esas historias que nos contaron que no se podían hacer porque iban siempre en contra de unos principios que vete tú a saber quién los impuso.
Que sí. Que las normas las cumple quien puede pero no quien quiere y que llegados a este punto y ya que vamos a estar dos días aquí, pues vivamos también de lo prohibido. 

Y he aquí la segunda mitad de mi pequeña mañana de sol sin hacer nada. Que ya te he contado el porque de mi in-explicacion (o como quiera que se diga), a porque hago cosas sin saber y me meto en la boca del lobo, en el cuello de la botella y en la cueva del oso buscando o sin buscar.
Y ahora voy a hablarte de todo eso que se hace sin pensar. A lo loco. Por la borda. O por los aires. Disparatada. Porque también mis secretos intangibles son un poco indomables. Y si no que vengan los listos a decirme cómo se frena una noche de pasión en a saber que casa nos tocó ayer, o que se dignen a contarme sus secretos para no llorar de la risa o reír del llanto en décimas de milésimas de segundo. O que ayer, mientras mi gin-tonic seguía en mi mano me pareciste de verdad y decías cosas con sentido, hasta que me desperté y la confianza se esfumó como el diente de león que acabo de soplar pidiendo un deseo que a ninguno le importa y tampoco a tí. O quizás sí, pero también es intangible y tú no crees en estas cosas mías tan raras e imposibles.
Y ahora voy a hablarte de todo eso que se hace sin pensar. A lo loco. Por la borda. O por los aires. Disparatada. Porque también mis secretos intangibles son un poco indomables. Y si no que vengan los listos a decirme cómo se frena una noche de pasión en a saber que casa nos tocó ayer, o que se dignen a contarme sus secretos para no llorar de la risa o reír del llanto en décimas de milésimas de segundo. O que ayer, mientras mi gin-tonic seguía en mi mano me pareciste de verdad y decías cosas con sentido, hasta que me desperté y la confianza se esfumó como el diente de león que acabo de soplar pidiendo un deseo que a ninguno le importa y tampoco a tí. O quizás sí, pero también es intangible y tú no crees en estas cosas mías tan raras e imposibles.
A lo que iba, que esta mañana se me ha ido de las manos en el momento en que me despertaron de mi sueño intangible en el que estabas. Y yo podía y debía tocarte. Podía y debía sentirte. Podía y debía. Hasta que sonó un despertador que me hizo recordar que no.
Que las mejores cosas que la vida me ha dado no son reales. Que no existen. Como tú. Que ya no sé dónde te metes pero que desde aquí te grito bien fuerte. Y por si me oyes llévame de vuelta a donde quiera que te hayas escondido.
Que yo no puedo ni debo tocarte. Y que tampoco quiero porque pasarás de intangible, a tangible. De irreal a real. De inexplicable a explicable y de indomable a domable.
Y yo ya no sé si eso me gusta, si te busco, te encuentro o solo me limito a vivir. Contigo o de tí. No. Mejor conmigo y feliz.
Por eso y porque voy a seguir apostando fuerte. Por mis sueños tan intangibles, que no los toco pero los siento, los huelo y los disfruto, y por tí, tu media sonrisa y lo mucho que has disfrutado mientras sabías que detrás de todo esto estaba yo y todas esas cosas que tanto te gusta escucharme contar.
Y ahora que lo has leído, se acaba y se vuelve intocable. O intangible. Que al fin y al cabo ya sabes que sigue siendo un poco lo mismo.
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