Para.
Deja de esperar a que te hable.
No vuelvas a entrar en la conversación para ver si está en línea,
porque lo está, y ahora no,
y ahora sí
y ahora no.
Y no, no tiene por qué estar hablando con otra,
o quizás sí.
Pero a ti sigue sin hablarte. Y sigue en línea.
Y tú sigues pegada a la pantalla esperando un escribiendo.
O un mensaje. Tan absurdo como ambos tres, el mensaje, tú y él.
Y a ti ya no se te ocurre qué más hacer para llamar su atención.
Y él te presta cada vez menos.
Así que olvídate,
Deja de esperar a que te hable y háblale a otro.
No será ni tan raro, ni tan ilógico, ni tan mágico,
pero, al menos, dejarás de pensar que estás esperando algo que no llegará.
(De nada)
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