He vuelto.
Y escribo esto sin saber si hay posibilidad de volver.
Puede que esto haya cambiado tanto que ya no exista la plataforma que tenía. Y que haya perdido lo que escribí hace algún tiempo. Pero bueno, no importa, porque escribir es terapia y con eso basta.
Vuelvo para agradecer, tras una etapa convulsa, de las que te patalean, te elevan y te transforman.
Y en las que creces. Y creces tanto que, a veces, no recuerdas quien fuiste antes.
Qué suerte que ellos si lo hagan.
Los seres que me llenan.
Han sido y son tan importantes que me gustaría tener ocasión de contaros quienes son cada uno de ellos. En pocas palabras.
Y hoy le toca a María.
La primera en preocuparse por la mamá antes que por el bebé.
Tan necesaria.
Tanta paz.
Qué suerte tenerla cerca, sentir y ser apoyo.
De las que nunca dice te quiero, pero que lo demuestra de todas las formas posibles.
Yo hoy quiero decírtelo tía: te quiero y gracias.
Por no haberte ido cuando pensaba que no había nadie más, aunque eso te dejara en una situación complicada. O a mi me lo pareciera.
Por lo que está por llegar y, espero, siempre por compartir.
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