Ella es una de esas almas.
Tuve la suerte de verla nacer, de crecer con ella, y de haberla visto reir y llorar.
De darme cuenta de que cada vez íbamos teniendo más cosas en común.
De intercambiar libros, risas. canciones, malos momentos y buenas películas.
Si algo he aprendido en estos últimos años, es que de nada nos vale tener mucho si no lo compartimos. Esto no es mucho, es más bien nada.
Mi nada, que ahora pasa a ser nuestra nada.
Sin más preámbulos, esto es ya tan tuyo como mío.
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Aida
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