¿Alguna vez
has vivido algo y has pensado que te gustaría que fuese así siempre?
Sí, como
esos días que te despiertas sin despertador y te han preparado tu desayuno
favorito. O cuando llegas a casa y descubres que alguien te ha estado esperando.
Y piensas
que ojalá todos los días te despertaras así, con el olor de los churros con
chocolate recién hechos o con la sorpresa que alguien te ha preparado. Pues
algo parecido me pasa cuando te quedas dormida sobre mi pecho. Sin hacer nada.
Inmóvil.
Te miro y
estas ahí. Tan pequeña e inocente que no pareces real. Con los labios
entrecerrados respirando profundamente. Acompasando tu respiración con la mía.
Unidos. Tanto que nos confundo. Rozando tu mejilla con mi brazo. Erizando mi
piel con el aliento que se escapa de tu boca. Agarrada a mi camiseta como si no
quisieras que me vaya. Como si temieras verme marchar. Y lo sé. Tengo claro que
es imposible. Que por más que me empeñe nuestra historia ya empezó siendo un
final. E intentarlo significaría acabar con todo. Rompernos.
Pero quiero
que te quedes. Que duermas todas las noches en mi pecho.
Te voy a
despertar despacito y a preparar los desayunos como te gustan. Me voy a hacer
socio de tus manías y aprenderé a hacer el café como tu quieres. Adivinaré que
te apetece según tu estado de ánimo. Voy a cocinarte tu plato favorito todos
los días. Aunque yo lo odie. Y hasta podría acompañarte a ir de compras.
Y eso no es
mucho. Es más bien nada. Pero es toda la nada que tengo para darte. En cambio
tú.
Tu me das color. Me pintas la vida y yo te arrugo las sábanas. Me das
amaneceres que no sabía que se podían regalar. Me guardas recuerdos en grandes
cajas. Coleccionas sonrisas y dejas tu perfume en mi ropa. Me enloqueces cuando
sin avisar te has marchado. O cuando llegas antes de tiempo y la cena aún no
está lista. Me das vida. Y yo te doy ganas.
Y no sé si
es suficiente. Posiblemente no. O algún día sí. Pero es todo lo que puedo
ofrecerte.
A cambio ya lo sabes. Duerme todas las noches en mi pecho.
Despiértate con la marca de mis brazos en la cara. Cuenta mis lunares cuando no
puedas dormir. O despiértame y nos contamos juntos. Háblame de sueños. De tus
series, películas, canciones favoritas y te cuento un secreto. Te lo digo
bajito para que no se entere nadie.
Hace tiempo
que dejé de tener películas favoritas. Las cambié por tus sonrisas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario